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Viaja y conoce las Termas de socos

Octubre 19, 2016



Los 33 kilómetros que separan a Ovalle, capital provincial de Limarí, hasta las afamadas termas de Socos, se convierten en mucho más que metros de asfalto y cerros con poca vegetación. En medio de ellos hay lugares alejados del trayecto principal y que cuentan nuevas historias y leyendas que seducen. Zonas con nombres como Salala, Barraza o el Valle del Encanto, sectores que con un poco de tiempo pueden quedar en la retina y convertirse en un buen panorama viajero.

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El Valle del Encanto
Vamos por partes. Una vez tomada la ruta hacia Socos, transcurridos 19 kms., hallarás el desvío hacia el Monumento Histórico Valle del Encanto, recorriendo 5 mil metros más y costeando unos extensos viñedos llegarás a la portería del lugar. ¿Cuál es la importancia del sector? Que es un mini valle ubicado al fondo de una quebrada y que ha sido visitado por asentamientos humanos desde unos 4 mil años atrás, entre diaguitas, incas y cultura Molle, y aún quedan huellas de estas incursiones milenarias ya que hay montones de petroglifos o dibujos grabados en las rocas; pictografías o dibujos pintados en las piedras y unas interesantes “piedras tacitas” que son orificios realizados a las rocas para moler alimentos y que les hacen semejantes a un gran queso.

Para visitar el sector es fundamental llegar al mediodía ya que la posición solar posibilita la visión más nítida de los petroglifos. Hay variados y con formas de máscaras y cabezas, pero la señalización no es la mejor y hay que internarse a lo explorador para ir conociéndolos y observándolos con detenimiento. Las pictografías son difícilmente observables ya que las condiciones climáticas se han encargado de extinguirlas lentamente.

Hay lugares para picnic y para acampar, pero sin mayores comodidades como agua potable o servicio higiénicos. El lugar está al encargo de don Clemen Pizarro, quien con gusto y tiempo lo podrá guiar y contar los secretos del valle. Por ejemplo, cuenta la historia de una bella y muda muchachita que aparecía jugando con tres naranjas de oro y que cuando los pastores se acercaban a verla, ésta desaparecía como por encanto, con lo cual se le bautizó así al sector.

El Valle del Encanto da para una interesante visita pero podría mejorar muchísimo con un superior cuidado del legado antiquísimo que aquí se encuentra. La entrada es de $500 adultos y $300 pesos niños.

La Madre de Todas las Iglesias
Volviendo a la ruta y avanzando hasta el kilómetro 30 se ubica el desvío a Barraza. El camino serpentea y da una inmejorable vista al valle para luego bajar hasta el mismo pueblo.

Barraza no tiene más de 700 habitantes, pero posee una particularidad única en la zona la iglesia más antigua de la provincia y, tal vez, de Chile. Ubicada a un costado de la plaza, encantadora y pueblerina, rodeada de antiguas y campestres casonas de adobe se ubica, desde 1681, la iglesia de Barraza.

El edificio sorprende con sus sencillas líneas arquitectónicas. Su interior está totalmente construido de madera y con imágenes religiosas del siglo XVIII, en la que destaca la de San Antonio. Al costado izquierdo es posible divisar la antigua puerta de madera que tenía el edificio, el cual fue restaurado el año 1997 después del terremoto que afectó a la zona.

A un costado se encuentra el museo, creado gracias a la obtención del FONDART de 1993, en el que se encuentra la historia parroquial e instrumentos eclesiásticos entre los que destacan figuras de los siglos XVIII y XIX, túnicas sacerdotales, campanas y custodias de bronce del año 1741. Un deleite para los anticuarios. Todo esto es monumento nacional, el único de la provincia.

Aparte, se ubica la feligresía en la que están los históricos libros parroquiales de matrimonios, defunciones y bautizos, cuyos tomos más antiguos corresponden a los años 1690, completamente cubiertos con tapas de piel y letras e idioma de un español antiquísimo. Aproveche y llévese una de las mermeladas del padre Bollegi. A las afueras puede comerse un refrescante mote con huesillo o realizar una cabalgata, ya que arriendan caballos, en las plácidas calles de Barraza.

Artesanos Históricos y la Familia Pájaro
Continuamos camino por Barraza rumbo a Salala, pueblo de unas 500 personas ubicadas en desperdigadas viviendas. En una de estas casas se hallan, visiblemente gracias unos carteles, la familia de las únicas artesanas del poblado: las hermanas Carvajal. Su producción completa es de greda y destacan las formas diaguitas en cada creación. Su historia es interesante ya que son la cuarta generación que continúan la tradición alfarera, participando en un sinnúmero de ferias en la región y en el país. Son la última muestra de la tradición local artística que aún se resiste a morir.

Casi llegando a la Panamericana se encuentra la novedosa familia Munizaga que desde hace tres años se dedica a criar aves. Montones de aves y sobre todo canarios. Dispuestos a conversar con quienes paren en su local, muestran el criadero al cual dedican tiempo y devoción y en el que se hallan más pájaros de los que uno pudiese normalmente conocer. Todo un fantasilandia ornitológico. Diucas, gorriones, yales, tórtolas chilenas y cuyanas, perdices, catitas, palomas cola de abanico, mirlos, cometocinos y codornices, entre muchas aves más. Como dato poseen una serie de pájaros exóticos que llegan a costar hasta ¡¡¡35 mil pesos!!!!. ¿Ubicación exacta? Kilómetro 375, en el enlace a Salala.

Socos: Las Termas del Pacífico
Ubicada a un par de kilómetros del cruce de panamericana y la ruta a Ovalle, luego de cerros totalmente despoblados y en un polvoroso camino, aparece un oasis de grandes árboles y jardines hermosamente cuidados: las termas de Socos.

Siendo los baños termales ubicados más lejanos a la cordillera y más cercanos al mar, separados por unos 30 kilómetros. La gran casona que da la bienvenida a los turistas recibe con un silencio exquisito y que da la pauta a que uno se encuentra ante un lugar de máxima relajación.

Los baños termales de 38 grados Celsius, los masajes sub acuáticos y de relajación, el sauna, el jacuzzi o la gran piscina que se tiende frente a las confortables habitaciones, ofrecen un amplio espectro para la recomposición del cuerpo y el descanso del alma.

Además sus amplios salones, adornados con antigüedades campesinas, ofrecen al visitante un inmejorable panorama para quien se queda en Socos, lugar conocido desde el siglo XIX por las facultades de sus termales aguas. Los valores por persona son de $37.000 pesos con pensión completa. Ahora solamente los baños en tina cuestan $3.700 pesos.

En todo caso, una opción más económica es el camping que se ubica a metros de la casona principal y que, aunque está menos forestado que el hotel, cuenta también con una piscina y baños termales. El valor del camping es de $2.500 pesos por persona.

Un baño termal que corona un rápido viaje por la zona, por lugares que con seguridad guardan más historias, más secretos y nuevos lugares que esperan al viajero en estos desconocidos poblados.