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Viaja y conoce el Observatorio Mamalluca

Agosto 25, 2016



Envuelto en el afamadísimo manto de estrellas de los cielos interiores de la IV región se encuentra el Observatorio Comunal Mamalluca. Vecino a otros más grandes como Tololo o La Silla, sus características están enfocadas principalmente al turista, al viajero que desea conocer los intrincados procesos del universo o emocionarse captando mil veces más de lo que su propia vista puede hacer. Y es cierto, ya que Mamalluca posibilita la observación directa de los fenómenos astronómicos, como lo hicieron por siglos los antiguos científicos y que hoy son reemplazados por eficientes computadoras.

Observatorio Mamalluca chile

Desde el año 1995, la Municipalidad de Vicuña comenzó a buscar una alternativa que combinara elementos turísticos, educativos y científicos para el estudio de los cielos de la región. Con el apoyo del Observatorio Interamericano Cerro Tololo (AURA, Chile) en materias científicas y organizaciones gubernamentales y privadas, se logró crear este centro de estudio que maravilla.

Hacia el Cerro
Para acceder a este viaje pocas cosas son necesarias. Primeramente es básico llegar a Vicuña, ubicada a 66 kilómetros de La Serena. Solamente a una cuadra de la Plaza de Armas y a un costado de la municipalidad, se encuentran las oficinas del observatorio.

Allí se debe reservar uno de sus programas nocturnos en diferentes horarios a contar de las 20:30 horas y cancelar los $3.500 pesos de la entrada. Ahora si vas a ir a pie y no en tu propio auto deberás cancelar $1.500 pesos adicionales que es el valor de un furgón privado que realiza el trayecto ida y vuelta. Este gasto es necesario y créeme que no te vas sentir decepcionado.

Puntualmente a las 20:30 comienza la travesía internacional, porque hay gente de variados países que viene al valle a conocer Mamalluca, que recorre 9 kilómetros de ascensos en un polvoriento camino hasta llegar a los 1.150 metros de altura en donde dos edificios con plateadas cúpulas dan la bienvenida, casi como en una serie de ciencia ficción. En este punto es casi innegable sentirse una especie de astrónomo y la espectacular vista que se tiene desde allí asombra, especialmente el cerro que le da nombre al observatorio y que se encuentra a nuestra espalda apuntando firmemente al cielo.

Una vez ahí, se divide el grupo entre anglo e hispano parlantes y un guía comienza la exposición. ¿Qué se relata? Con la ayuda de powerpoint y la simpatía y conocimientos del guía, hay una especie de sensibilización de quienes somos en un universo tan grande y del que casi siempre nos creemos dueños. Craso error. Las explicaciones de lo que vemos en el cielo, de los estudios hasta hoy recabados y de las fotos astronómicas sacadas por los distintos telescopios han dado la relación que en nuestro universo conocido hay 100 mil millones de galaxias como la nuestra y en cada una de ellas hay 100 mil millones de soles como el nuestro, o sea, demasiadas posibilidades de sistemas solares, de otros planetas Tierra, de otras vidas inteligentes.

Este mareador dato, se contrata con otros que nos dan en la charla como la distancia que tenemos a la estrella más cercana, Alfa Centauro; o cual es la composición de los planetas del sistema solar; o como se forman los eclipses, hasta la observación vía PC de las constelaciones y el porqué de sus nombres. Cerca de 45 minutos de información astronómica que alguna vez escuchamos o aprendimos del desconocido más allá, que posibilitan sensibilizarse para que el paso siguiente tenga peso: la observación.

Los Telescopios
En el mismo edificio que se realizó la charla, en el segundo piso, se encuentra la gran atracción de Mamalluca: su telescopio. A primera vista podría parecer hasta pequeño, pero sus 30 centímetros de diámetro y su cantidad de espejos interiores equivaldrían a un aparato de más de 4 metros.

Completamente computacional, el guía anota coordenadas y el telescopio se transforma en un robot dispuesto a enfocar lo que se le pida. El resto lo hace la cúpula, que con su clásica ranura de observación, se mueve con un ruido completamente espacial.

La curiosidad de niño crece en este rato y cada uno de los que hacen el tour se emocionan y toman conciencia de las estrellas y planetas, como Marte, que el telescopio descubre. A pesar de que es una noche con luna prácticamente llena, 96% de la fase según el computador del telescopio, que otorga un visibilidad menor de los astros, el problema se transforma en la vedette de la noche al poder observarse con detenimiento sus cráteres, valles y oscuridades varias.

El tiempo de visión se acaba al llegar el próximo grupo, pero eso no es una limitante en el acercamiento de las estrellas, ya que en las afueras y luchando con los mosquitos, se encuentran otros cuatro telescopios dispuestos para el visitante que, aunque menos potentes que el principal, logran cautivar de igual manera.

Acá se muestran estrellas como Alfa y Beta Centauro, la Cruz del Sur o las Pléyades. En medio de un silencio natural y de los cerros, el ver estrellas de cerca provoca el sentimiento de ser solamente un componente del gran universo y no el amo y señor como habitualmente lo vemos.

El Próximo Planetario
Las dos horas que dura el paseo, se completan con la visita al nuevo edificio en construcción donde se encuentra un pequeño museo astronómico dedicado al sabio polaco Nicolás Copérnico, quien fundó las bases de la actual astronomía, con telescopios antiguos y meteoritos.

Además hay un pequeño bazar de souvenirs sobre Mamalluca y en un gran espacio en construcción se prepara un planetario que seguramente será otra de las atracciones a nivel internacional si se logran obtener los 25 millones que faltan.

¿Conclusiones?
Todo un reto Mamalluca, tanto para los que poseemos escasos conocimientos como para quienes trabajan en el observatorio que aparte realiza cursos de astronomía e investigaciones científicas que aportan un mejoramiento de la vida de Vicuña. Otorga la posibilidad de dimensionarnos en el universo, de ampliar pespectivas y hasta lograr darnos cuenta en realidad del planeta único que tenemos y el deber de cuidarlo. Todo ello mirando el cielo y al alcance de la mano.