Este paseo recorre una zona de interesantes ejemplos de arquitectura e iglesias patrimoniales.
Comienza saliendo de Castro para visitar las localidades de Llaullao y Putemún. Tras 10 km, hay una bifurcación a la derecha hacia Rilán.
Después del puente Puacura se sigue hacia la derecha, hasta un antiguo molino accionado por agua.
El camino continúa hasta llegar a Dalcahue, un próspero pueblo cuya ubicación obedece a su rol de balseadero obligado hacia la isla Quinchao. Aquí se puede visitar la Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, construida en 1858. Desataca como una de las más grandes de Chiloé; en su interior posee un altar con santos de madera vestidos, piezas ornamentales y valiosos documentos de la parroquia.
A una cuadra hacia el canal está la Costanera, el centro neurálgico y comercial del pueblo. Allí se encuentra el Centro Cultural de Dalcahue, con una biblioteca y el interesante Museo Histórico Etnográfico, que muestra la vida de los chonos y huilliches, la evolución de la artesanía chilota, además instrumentos de madera y folclóricos; también, posee una colección de cerámicas, monedas, fauna silvestre y fotografías. Tiene entrada liberada y está abierto de lunes a viernes.
En la costanera se instala la Feria Artesanal. Los artesanos de la isla llegan los jueves y los domingos en la mañana para ofrecer tejidos de lana (frazadas, mantas, gorros), cestería y madera tallada.
A la entrada del pueblo, se puede visitar el astillero, lugar desde donde se observa cómo los artesanos construyen lanchas.
Para seguir hacia Quinchao, se puede tomar un bus o un transbordador; la navegación demora solo cinco minutos. Al desembarcar, se continúa por el camino asfaltado hacia Achao; luego, por el desvío señalizado a Changuitad a través de un angosto camino que baja hacia la costa con hermosas vistas. A 6 km está el Museo Almirante Galvarino Riveros, una réplica de la casa donde nació el héroe de la Guerra del Pacífico responsable de la captura del Huáscar en el combate de Angamos: está abierto todos los días durante el verano.
Luego, se llega a Curaco de Vélez, un antiquísimo poblado que a mediados del siglo XIX fue un asiento ganaderos, balleneros y de osados marinos. Hoy quedan sus bellas casas como testimonio de esa prosperidad. También tiene una extensa tradición de maestros, carpinteros, constructores de barcos y casas.
En la plaza, están el Centro Cultural y el Museo, abierto de diciembre a marzo (posee fotografías históricas de la comuna, animales disecados y restos de la antigua iglesia).
Tomando el camino pavimentado se llega al mirador La Paloma y un poco más allá, se puede bajar hasta Achao. En el puerto local se instala la Feria de las Islas, cada miércoles y viernes desde las 9:30 h. En calle Serrano, a su vez, hay una sala de exposición de las artesanías de la isla Llingua.
En la plaza está la iglesia Santa María de Loreto. Declarada Patrimonio de la Humanidad, es el templo más antiguo de Chiloé; comenzó a construirse cerca de 1730 y fue terminado en 1766. Frente a la plaza se encuentra el Museo de Achao.
Al salir de Achao y tomar el camino al sur, se puede llegar a Quinchao, pequeña aldea que cuenta con unas pocas casas situadas junto a la playa. Aquí se encuentra la iglesia de Quinchao, construcción que data del siglo XVIII y figura como la más grande de Chiloé, con 1.020 m2. Cada 8 de diciembre, cientos de peregrinos acuden para asistir a la fiesta de la Virgen de la Gracia.
Retomando el camino rumbo al sur y bordeando un gran estuario, casi seco durante la marea baja, se toma el desvío a la derecha que lleva a la playa de Matao. Continuando hacia el sur, se arriba a Chequián, donde hay una playa ideal para baño y existen zonas de picnic.