Aquí estudió el Padre Hurtado. También el poeta Vicente Huidobro, el “Sapo” Livingstone, el pintor Claudio Bravo, el arquitecto Borja Huidobro y Agustín Edwards McClure, fundador del diario El Mercurio. El colegio San Ignacio, ubicado en la calle Alonso de Ovalle, cumplió 160 años en 2015. Es el es el segundo colegio particular más antiguo de la capital chilena, después de los Padres Franceses de Santiago. Y es una belleza.
Fundado a partir de un grupo de misioneros jesuitas venidos desde Buenos Aires, que fueron llamados por el Arzobispo de Santiago, abrió sus puertas el 1 de Mayo de 1856. Cuarenta y cuatro alumnos internos formaron el alumnado inaugural. Dos años antes se había puesto la primera piedra del edificio del colegio en un solar contiguo a la Alameda y a los barrios de moda de entonces: Ejército, Dieciocho y Vergara. A ese sólido edificio de dos pisos donde se hacían las clases se integró, en 1859, una capilla que hoy es monumento nacional. Ubicada en la esquina de las actuales calles Alonso Ovalle y San Ignacio, su arquitecto fue el italiano Eusebio Chelli, quien la diseñó en estilo neoclásico.
El 1946 se levanta un nuevo edificio, esta vez de hormigón armado, que remplazó al antiguo, del cual quedaron sólo dos pabellones originales. Esta vez, los arquitectos encargados fueron Tomás Reyes Vicuña y Pedro Mira Fernández.
Ochenta años después de la inauguración del recinto de Alonso de Ovalle, la directiva decidió construir un estadio en el barrio El Bosque, que luego, en 1956, terminaría siendo el nuevo colegio San Ignacio de El Bosque, otro fantástico de ejemplo de arquitectura y alto nivel académico.