La tradición de los vinos en América llegó de la mano de los colonos españoles que transportaban, durante la conquista, las plantas que consideraban más importantes: la higuera, el olivo y la vid.
La viña llegó a Argentina desde Chile, junto a los primeros colonizadores y convirtió en Mendoza, Argentina, en una tierra de deliciosos vinos reconocidos y premiados mundialmente.
La historia nos cuenta que la actividad vitivinícola llegó de manos de Pedro del Castillo, el primer fundador de la ciudad. Aunque también existe la teoría de que fue Juan Jufré, el segundo fundador de Mendoza, el responsable de las primeras plantaciones entre 1569 y 1575.
Era tal la respuesta de la tierra de Mendoza que en 1700 la elaboración del vino ya era la principal actividad comercial de esta ciudad Argentina, que muchos conocen como un “oasis en el medio del desierto”.
Hoy en día la tradición no ha hecho más que crecer. Cada año se entregan los Argentina Wine Awards, se realiza el Certamen de Degustación y la Pisada de la Uva de Orfila. La Pisada de la Uva es, si más no, curiosa: la harán 18 mises de provincia que le bailarán al dios Baco, descalzas en las grandes presas, sobre los racimos de Cabernet.
Esta bella ciudad, ubicada al pie de las montañas más altas de Los Andes, goza de un clima agradable, con escasas lluvias y poco viento. No sólo se debe visitar por sus caldos, también sirve como punto de partida para la provincia de Mendoza: caminos de vino, altas montañas con nieve y esquí, relajantes termas, turismo rural y largas carreteras llenas de contrastes.
Cada vez más regiones de todo el mundo perfeccionan los procesos y se especializan en los caldos de calidad.
¿Te apetece probar un buen vino? A mi me encanta hacerme la experta , aunque no entienda demasiado. ¡Vamos a viajar a Argentina para hacer de sumillers!