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Turismo en el Parque Torres Del Paine

Junio 16, 2018



Para quienes hemos tenido el privilegio de visitar el Parque Nacional Torres del Paine, enclavado en la parte norte de la XII región, escribir de este lugar más que un ejercicio literario es volver a sentir el corazón.

La naturaleza en su estado más potente, de mayor pureza, con animales que transitan en plena libertad, montañas que se erigen mágicas en medio de la pampa y un completo circuito interno de caminos para vehículos y caminantes hacen de este Parque Nacional, creado el año 1959, declarado Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO el año 1979, uno de los espacios reservados de mayor importancia mundial. Mención aparte la posibilidad de estar inmerso por días o semanas recorriéndolo pedestremente lo llevan a ser considerado uno de los mejores trekkings del mundo.

No obstante estos factores su importancia radica en el medio natural en que las 242.242 hectáreas están circunscritas más allá de su potencialidad turística. La preservación de una serie de ecosistemas únicos en que conviven grandes masas de hielo, ríos, lagos y lagunas, distintas comunidades de flora y un alto número de fauna autóctona lo hacen meritorio de por sí. Y si a ello se le suma su formación montañosa en que destacan cumbres como los Cuernos, las Torres o el Fortaleza, entramos a comprender en algo las fotos que ilustran este reportaje y las clásicas postales que los visitantes se llevan de acá.

Tierra Joven
Geológicamente las Torres del Paine tienen una data de 12 millones de años, transformándose en una de las cordilleras más jóvenes de la tierra. Los Andes, por ejemplo, fueron formados hace 35 millones de años, por lo cuál se puede inferir que este relieve es independiente de su hermana mayor.

¿Cómo se elevaron? Grandes presiones tectónicas sobre el magma que se había enfriado bajo rocas sedimentarias. Posteriormente vino la glaciación y al retirarse los hielos quedaron al descubierto las apreciadas paredes de granito por la que escalan deportistas de todo el orbe. Toda esta explicación sale fácil cuando uno observa las montañas: las partes grises y más bajas son las graníticas y las altas, más oscuras, mantienen la roca sedimentaria. Entre las cumbres más destacadas están el Paine Grande (3248 msnm), el Fortaleza (3000 msnm), la Torre Norte (2600 msnm), la Central (2600 msnm) y la Torres Sur (2650 msnm).

Otro de los importantes residentes del Parque es el Campo de Hielo Sur, afincado desde el lago Grey, hacia el norte. Esta masa de agua dulce es un verdadero océano gélido visible desde varios miradores y que contribuye a la mayor parte de los caudales de agua que componen al Paine (“azul” en legua Aoinikenk). Entre los más destacados están los lagos Grey, Sarmiento, Dickson, Pehoé, Nordenskjöld y los ríos Paine (nacido desde el Dickson), el Grey o el Serrano.

Todo este escenario de montañas y aguas dulces ha provocado el nacimiento de cuatro principales tipos de flora: Matorral Preandino, Bosque Magallánico Deciduo, Tundra Magallánica y Desierto de altura (muy semejante al paisaje altiplánico). En ellos coexisten mamíferos entre los que es muy probable avistar zorros, chingues y guanacos, mientras con un poco más de suerte se puede ver alguno de la cincuentena de huemules o pumas que se mantiene en la parte oeste del parque.

Junto con ello más de un centenar de aves reconocidas pueden ser acompañantes de grandes partes del trayecto. Desde el majestuoso cóndor a las águilas, desde flamencos a ñandúes, desde cometocinos a queltehues. La oportunidad que ofrece Torres para los amantes de los animales sobrepasa las expectativas.

Trayecto Hacia el Grey
Una vez en el parque, distante a 119 kilómetros de Puerto Natales, es posible visitarlo de dos formas: auto o caminando. La segunda opción es para los más intrépidos ya que los dos circuitos más populares, el Grande y la “W”, duran entre siete y cuatro días respectivamente.

Para los con alma menos exploradora hay una muy buena opción para recorrer la mayor parte de los atractivos arriba de un automóvil. Cuando uno transita por los caminos de tierra, bordeando lagos, con los cuernos del Paine al frente es demasiado potente el contacto con los colosos del área.

El recorrido comenzará desde el refugio Laguna Amarga, portería principal del Parque. Hacia la derecha se extiende el trayecto hacia Laguna Azul y a la izquierda hacia el Grey. Partiremos con este último, la ruta es sinuosa y se extiende sobre pequeños montes. Las sorpresas comienzan al divisar un enorme número de guanacos (Lama guanicoe) que pasta tranquilo. Para alguien venido de la ciudad esto es lo más cercano a Animal Planet que puede vivenciar.

Posteriormente aparece en esplendor el lago Nordenskjöld y los Cuernos del Paine. Desde un mirador acondicionado y con explicación gráfica acerca de su génesis, la panorámica es impresionante. Es posible encontrarse con Felipe, un amigable zorro gris que espera comida de los turistas, mientras el frío viento de esta zona predomina. En verano alcanza rachas de hasta 120 kilómetros por hora.

El trayecto continúa bordeando el lago Pehoé y se puede tomar un pequeño desvío que acerca a un mirador sobre el afamado Salto Grande del río Paine. Rodeado de vegetación nativa como notros, ñirres, neneo o cojín de la suegra, las aguas caen estruendosamente. Hay que tener mucho cuidado con el viento al estar cerca de la boca de la caída.

Posteriormente, kilómetros más adelante, se halla el Salto Chico, menos espectacular que el primero y con vista hacia el Hotel Explora, los Cuernos y el Pehoé. La ruta llega a la Sede Administrativa de CONAF, junto al lado del Toro, con un completo centro de visitantes y con gentiles guardabosques que conocen el Parque mejor que su propia vida.

El camino avanza hasta llegar a la Hostería Grey, desde aquí es posible ver el afamado glaciar Grey, su lago con icebergs y las montañas coronadas con la perspectiva límpida (en días despejados) del Cuerno Grande. El glaciar es parte de Campos de Hielo y es posible visitarlo navegando en el barco de la Hostería o desde la playa. El paisaje conmueve y silencia.

Efecto Checo y Laguna Azul
La otra ruta ampliamente transitable es desde Laguna Amarga hacia Laguna Azul. Más corta y con una alta cantidad de atractivos, el comienzo del camino es una bofetada para quienes aman la naturaleza.

Debido al accidente provocado por el checo Jiri Smitak el año 2005, se incendiaron más de 11 mil hectáreas del Parque. Uno de los peores incendios que se tiene data y que a pesar de haber sido minimizado en sus consecuencias ecosistémicas por las autoridades, causó un daño ecológico irreparable.

Eso puede visualizarse al avanzar hacia la Cascada del río Paine, con hermosa vista a las tres torres centrales, entristecida por haber sido parte del epicentro del fuego. Las aguas que caen sobre rocas pulidas por milenios están flanqueadas por ñirres carbonizados. Cruel enseñanza acerca del cuidado y respeto que debe tener el ser humano en ambientes protegidos. En verdad, en cualquier ambiente natural.

La ruta continua por la zona arrasada hasta abrirse a la pampa con vista al río Las Chinas y a la Sierra Masle, fuera del recinto pero igualmente llamativa, dejando el “incidente checo” atrás.  Las Torres del Paine se muestran majestuosas y despejadas y se visualiza también el cerro Almirante Nieto (2668 msnm). Luego de un recorrido de 30 minutos, con vista a ñandúes (Pterochemia pennata) y guanacos, se llega a Laguna Azul.

El paisaje sobrecoge. El macizo completo que ha hecho tan popular a este pequeño rincón del fin del mundo se hace completamente visible. El día acompaña con una luz de sol en caída. Es invierno y estos días son contados con los dedos de una mano. Tenemos suerte, pero eso ya era notorio desde que visitamos el Parque.

Una fortuna que pocos chilenos comparten por lo poco económico de los pasajes a Patagonia, pero que a través de esta nota intenta acercarse más a lo tangible.

Pero como ya fue expuesto al principio, nada se compara a estar ahí, pie a pie con la naturaleza, con sus potentes mensajes y con la urgente obligación de preservar lo poco puro que nos queda en nuestro planeta.