Solamente 3.830 personas visitaron el año pasado el parque Nacional Lauca. Una modesta cifra para la cantidad de visitantes que posee la I región, considerando las factibilidades únicas que posee para ser recorrido: una carretera internacional asfaltada que cruza a lo ancho todo el territorio preservado. La contra es la aclimatación a la altura necesaria para gozar la naturaleza ya que se llega a los 4.600 metros de altura a las orillas del Chungará, el lago emblemático de la reserva.
Enfrentado directamente a la potencia de la cordillera de los Andes, que en esta zona alcanza más de 6 mil metros, a los lagos espejos y a la fauna que circula libremente en explanadas verdes, es fácil notar que lo que atenta a mayores visitantes es el desconocimiento de la zona. Nada más.
Sólo Atractivos
El Lauca es uno de los parques nacionales de más altura en el mundo, pero esa no es una de las notables distinciones que han llevado al sector a ser declarado en 1981 Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO, categoría dada a los ecosistemas con características únicas en el planeta.
Tal cual, el Lauca posee uno de los ecosistemas en altura con mayor diversidad de fauna: tiene casi un tercio de las aves que viven en el país, entre los que se cuentan los ñandú, los míticos flamencos o parinas y las taguas gigantes.
Pero la familia animal más característica es la de los camélidos, distinguibles en todos los rincones del parque, en las que se cuentan vicuñas, guanacos, llamas y alpacas. En 1972 Chile suscribió un acuerdo de protección de vicuñas, que se contaban en 400 y en franca extinción y 10 años después ya eran más de 10 mil.
Las 137.883 hectáreas que comprenden la totalidad de la reserva, fue creada en el año 1965 y además tiene zorros, vizcachas y pumas, estos últimos en constante crecimiento a decir de los pobladores. Y esa es otra característica ya que en su interior comprende al espectacular poblado de Parinacota, habitado por aymaras en que es posible visitar y quedarse más de una noche en medio de los cerros.
La Cordillera con grandes alturas flanquea la visión y se convierte en un telón de fondo potente. Los Payachatas, gemelos en lengua aymara, sobrepasan los 6 mil metros de altura. Estos son el Parinacota y el Pomerame. También están los nevados de Quimsachata o el volcán Guallatiri, entre otras muchas cumbres que hacen la atracción de escaladores de todas las nacionalidades.
Pero una de las características que mantienen la vida de la región son los constantes caudales de agua que mantienen verde los bofedales. La laguna Cotacotani, inmensa extensión de pequeñas “piscinas” e islotes entre ellas; el lago Chungará y su magnificencia escénica y el río Lluta que cruza toda la región de cordillera a mar.
Demasiados datos que asombran al visitante cuando se encuentra inmerso en el parque nacional y los ve y los junta. Y empieza el paraíso.
Caminando por los Senderos del Paraíso
La mezcla de factores naturales tan vivos, tan a la mano son una de las pocas veces en que se puede encontrar con el mínimo impacto del paso del hombre. Desde el automóvil, perfectamente, se puede visualizar la riqueza ecosistémica del Lauca, pero el parque posee unos senderos interiores que grafican in situ la riqueza potente del lugar.
El primero de ellos se encuentra en la portería del parque, llamada Las Cuevas, en que hay un sendero de interpretación de unos 40 minutos de caminata. En el trayecto, a 4.300 metros de altura, es posible distinguir a las tímidas vizcachas que salen al sol muy temprano o al atardecer, pero lo realmente significativo del trekking son las cuevas que cobijaron a los antiguos hombres que hace 9 mil años atrás tomaron la zona como lugar de paso.
El segundo sendero es realmente impresionante. Se encuentra en Parinacota y dura un par de horas de marcha mediana a difícil, esto porque se rozan los 5 mil metros de altitud. Pero vale la pena ya que la magnificencia de la naturaleza deja boquiabierto. Se distinguen los bofedales, los bosques de Queñoa y los Payachatas en una hermosa panorámica. Aquí los animales sobran y el viento hace recordar la pequeñez del ser humano en este inmenso espacio solitario. Absolutamente recomendable.
El Lago Espejo
En justicia el último trekking es el motivo principal de las visitas que tiene el parque. Dueño de innumerables postales, fotografías y sueños, el lago Chungará emerge sobre los 4.600 metros de altura y en conjunto con el fondo sempiterno del Parinacota, hacen la mezcla más poderosa del Lauca.
El lago es hipnotizante y su reflejo provoca la extensión de los cielos en aguas quietas y profundamente bellas. El espejo no cesa de transmitir imágenes a mil por hora. A si que no es raro quedarse inmóvil, como una de las cientos de piedras que cercan la orilla, a contemplar los pincelazos de la creación.
El sendero está compuesto por 5 estaciones en que se describen la fauna y flora existente en la zona. Y ésta es variadísima, desde las taguas gigantes que anidan en pajonales en medio del lago hasta las vicuñas que pastan y corren en manadas por los verdes prados del bofedal.
Aparte está la pequeña feria de comerciantes aymaras que tienta a los turistas, a un costado de la guardería de la CONAF y del único camping autorizado de todo el parque con una inmejorable panorámica.
El Parque Nacional Lauca es uno de los más bellos del país, sin lugar a dudas, pero es también uno de los más accesibles y expuestos a la intervención dañina del hombre, por lo que las medidas de cuidado básicas como hacer fogatas o botar papelitos por la ventanilla, causan el doble daño de lo normal.
Un tesoro que se debe visitar y cuidar. Una extensión del edén, un ecosistema único, un bien nacional. No importa la connotación que se le dé, el Lauca es un territorio virgen y que es deber de todos preservarlo. Un lugar lleno de naturaleza y aprendizajes.