El parque japonés más grande de Sudamérica está en Chile
Fue inaugurado hace 23 años. Mide 26 mil metros cuadrados. Se llama Parque Jardín del Corazón pero es más conocido como el Parque Japonés de La Serena.Es una joya paisajística y es el jardín japonés más grande de todo el continente. Construido por la Compañía Minera del Pacífico y la Nippon Steel Corporation, abrió sus puertas el 26 de agosto de 1994 como parte de las celebraciones por el 450º aniversario de la fundación de La Serena.Para los santiaguinos acostumbrados a un pequeño jardín japonés ubicado en el cerro San Cristóbal, cuesta imaginar la dimensión de este espacio ubicado en el corazón de La Serena, frente al parque Pedro de Valdivia.Y no es fácil adivinar lo hermoso que resulta caminar por su sendero de cerezos en flor, el jardín de piedra, el embarcadero en la laguna artificial o ese puente tradicional japonés. Se suman diversas especies de patos, cisnes y peces, así como islas, cascadas y bosquecitos. Abre todos los días del año entre 10:00 y 18:00.
El parque que visitan todos los turistas brasileños y que los santiaguinos tenemos que conocer
Más de 150 mil visitas al año tiene este magnífico lugar y el 90% de su público son turistas brasileños que vienen a Santiago. Se trata de la Viña Concha y Toro, ubicada en la entrada de Pirque, que tiene uno de los parques privados más espectaculares de la capital.Fue diseñado en 1883 por el paisajista Guillermo Renner -el mismo del Parque Forestal y del Parque Cousiño (hoy Parque O´Higgins) entre muchos otros- por encargo de Melchor Concha y Toro y su mujer, Emiliana Subercaseaux. Esta pareja había levantado pocos años antes, en 1875, su casa en el mismo lugar, trabajo que fue encargado a otro gran nombre de nuestra historia: el arquitecto Teodoro Burchard.
En un entorno de 22 hectáreas, hay extensas áreas de pasto, una laguna artificial que sirvió para regar las primeras parras y árboles centenarios que impresionan. Hablamos de encinos, olmos, álamos, araucarias, aromos, castaños de la India, acacias, cipreses de Arizona, ligustros y liquidámbares.
En total, más de 1900 árboles en este fabuloso parque que se puede visitar en los dos tours que ofrece la viña: el más barato cuesta $12.000 e incluye la cata de tres vinos, una copa y el paseo de una hora que además recorre varios otros hitos.. A sólo una hora del centro de Santiago, este imperdible paseo debiera empezar a ser mucho más habitual entre quienes somos santiaguinos.
El parque de esculturas de Neruda
El sabroso acto de encontrar un lugar. No se me ocurre un mejor concepto para explicar lo que fue toparme con Cantalao. Ocurrió este fin de semana sándwich, el del feriado por la Virgen del Carmen. Fuimos en familia a conocer la casa de Pablo Neruda en Isla Negra y, cuando nos íbamos, mi mujer recordó que hace muchos años había visto unas esculturas a medio terminar en alguna parte de Punta de Tralca.
Como era ahí mismo, a un par de kilómetros, fuimos a buscarlas. Costó, pero apareció el lugar que es parte de los escritos del poeta. “Ahora bien, mi casa es la última de Cantalao, y está frente al mar estrepitoso, encajonado contra los cerros”. Así comienza “El habitante y su esperanza”, la novela breve que Neruda escribió entre 1925 y 1926, donde el premio Nobel “funda este territorio mítico de rompientes de olas y vientos que surgen desde el océano, y que corresponde a Puerto Saavedra. Muchos años después, este paisaje volvió a materializarse ante sus ojos: lo encontró en los acantilados cercanos a Isla Negra”, explican en www.fundacionneurda.org.
Se trata de un lugar con una fantástica vista al Océano Pacífico, donde se pueden encontrar varias esculturas de piedra, todas inspiradas en el Canto General, que fueron trabajadas en 1987 por un grupo de jóvenes escultores de España, Gran Bretaña, Colombia, Japón y Chile, organizados por el artista nacional Francisco Gazitúa.
A eso se suma una obra del 2014 llamada “Mínima Catedral”, de fierro, diseñada y construida por el artista Luis Prato Escárate y el arquitecto Ignacio Prieto. Y, claro, está la cabaña de Neruda. Dejemos que el sitio web de la fundación nos lo explique. “En 1968 Pablo Neruda compra el terreno de 4,3 hectáreas para construir la sede de su Fundación Cantalao, idea que tenía desde que donara sus libros y caracolas a la Universidad de Chile en 1954. Para tomar posesión poética del lugar, construye una cabañita de troncos, lampazos, puertas y ventanas con vidrios de colores, con orientación hacia el sur. Instala un ancla, simbolizando su intención de permanecer en el lugar…En 1972 el gobierno de Salvador Allende, junto a la Comisión Isla Negra-Pablo Neruda, encargan a la CORMU la ejecución del proyecto declarándolo de extrema urgencia.
El diseño es abordado por tres arquitectos: Raúl Bulnes, Carlos Martner y Virginia Plubins, que trabajan junto al poeta. Éste modifica su idea original, para transformar Cantalao en un lugar de encuentro para artistas, escritores y científicos, en un edificio unitario que permita la realización de seminarios, exposiciones y convenciones, agregando un centro de “estudio del mar” con un acuario. Se realizan intensas reuniones semanales de los arquitectos con el poeta en la casa de Isla Negra, donde paralelamente redacta los estatutos de su Fundación Cantalao junto a sus colaboradores más cercanos: Sergio Insunza, Volodia Teitelboim y Flavián Levine.
Fue importante también en ese momento, la ayuda del rector de la Universidad Católica, el arquitecto Fernando Castillo Velasco, quien aporta en el sentido de la organización y la concepción general-paisajística. Así, paso a paso, con el apoyo de las Universidades de Chile, Católica y Técnica del Estado, la CORMU, la CUT y la propia Comisión Isla Negra-Pablo Neruda, se concretan el proyecto y el financiamiento para comenzar las obras en octubre de 1973”. Aquí viene un quiebre gigante.
Luego del golpe militar, las obras son destruidas, a los pocos días muere Neruda y todo queda en nada. Recién en 1987, en el marco de un evento cultural denominado Chile Vive, se hacen las esculturas de piedra que lidera Gazitúa. Y, luego, en 1990, un vecino del lugar, el ingeniero Hernán Durán, propone a la Fundación la creación de un parque ecológico. “Hoy se ha iniciado de manera muy responsable, una labor de rescate de las condiciones primitivas del lugar, recuperando su flora y fauna. El sitio fue cercado cuidadosamente con troncos y mallas, creando un portón que recuerda el primitivo de la casa de Isla Negra, para evitar el acceso de vehículos.
Paralelamente, desarrollamos la idea de generar un parque ecológico y de esculturas, con un anfiteatro natural para realizar eventos poéticos, literarios y musicales. La cabaña del poeta fue fielmente reconstruida a partir de sus cimientos originales que permanecían como “huellas históricas” en el terreno. El ancla recuperó su posición vertical, señalando nuevamente la presencia de Neruda en el lugar. Estas acciones no han significado en ningún caso el olvido del proyecto que se concibió junto al poeta y fue aprobado por él: Cantalao 1973. Porque estamos “armados de una ardiente paciencia” creemos que más temprano que tarde se generarán las condiciones que nos permitan materializar el gran sueño nerudiano”. Así termina de explicar la Fundación Neruda el estado actual de este maravilloso proyecto que, aunque inconcluso, vale absolutamente la pena conocer.