Parte importante de la historia de Chile ha tenido lugar en esta zona, desde que la región se convirtió en un reducto de difícil acceso durante la época de la colonización española, situación que se alargó por más de dos siglos; es por esta razón que la región es también conocida como “La Frontera”.
La Araucanía es el territorio con mayor presencia de población originaria del país y cuna del pueblo mapuche (gente de la tierra), el más numeroso y representativo de Chile. Las costumbres y saberes de este pueblo siguen vivos; especialmente en sectores cercanos a Temuco, al lago Budi en la costa, en torno a Nahuelbuta al norte de la región, en Villarrica, Pucón, Curarrehue y los lagos Galletué e Icalma en la zona Andino- Lacustre.
La cultura mapuche está presente a lo largo y ancho del territorio. Las comunidades que ofrecen sus servicios al turista se concentran en las cercanías de Temuco, el lago Budi y el
territorio Andino Lacustre. Comparten una cosmovisión común y una lengua original, el Mapuzugün, así como el arraigo a su tierra y un saber ancestral del que son muy orgullosos y que se ha transmitido por vía oral. Cada año se celebran ciertos ritos fundamentales como el we tripantu – año nuevo mapuche- y trafkintu –fiesta del intercambio o trueque-, de los cuales es posible participar de manera respetuosa y por invitación.
Aprender del conocimiento y sabiduría ancestral de este pueblo originario es posible a través de diversas experiencias realmente cautivadoras, como por ejemplo en el lago Budi, donde es posible alojar en una auténtica ruka, su vivienda tradicional.
Construida en madera y cubierta con bras vegetales de gran resistencia, constituye un espacio de encuentro para intercambiar conocimientos, ofreciendo la posibilidad de una interesante conversación en torno al fogón, siempre encendido.
Si hay algo que también representa a los mapuche es su tradición culinaria y nada mejor que hacerlo probando las preparaciones que un grupo de talentosas mujeres ha puesto en valor en lugares como: la Aldea Intercultural Trawupeyüm en Curarrehue, las cocinerías del lago Budi y también en Lonquimay, por mencionar algunos. Valor aparte lo constituyen un buen número de productos e ingredientes de carácter local, como los digüeñes, los changles, el merkén y por supuesto el piñón – fruto de la araucaria –, que aportan sus maravillosos sabores y texturas en cada plato. La invitación es a probar y degustar. También existen comunidades que ofrecen actividades de ecoturismo; como trekking, kayaking, cabalgatas y birdwatching, o avistamiento de aves. Aporta un valor especial realizar estas actividades acompañado de un guía mapuche, quien además de un acabado conocimiento del territorio, su ora y fauna, aportará un interesante enfoque sobre cómo las comunidades se han relacionado con su entorno a lo largo del tiempo. Comunidades como Quinquén, en la zona pehuenche (gente del pehuén o araucaria) y Llaguepulli, en territorio lafkenche (gente del mar) ofrecen diversos servicios y actividades a los visitantes.
PABLO NERUDA FUE UN ENAMORADO DE LA ARAUCANÍA
La identidad mapuche en La Araucanía también se aprecia en la artesanía que crean principalmente las mujeres y que se encuentran disponibles en tiendas, ferias y mercados de la región. En plata, hermosos adornos del atuendo femenino; en lana, los característicos ponchos y cintos; en cuero, objetos de uso doméstico y labores de recolección que tradicionalmente se fabricaron con la piel y órganos internos de los animales; en cestería, bandejas y objetos decorativos; en madera, utensilios domésticos como platos, objetos religiosos y el típico asiento o wanko; y en cerámica, artículos de alto significado como el jarro ceremonial metawe, entre otras piezas.
Algunos de los puntos destacados para conocer y comprar la artesanía regional son el Mercado Municipal, la Fundación Chol-Chol y la Casa de la mujer mapuche, todos en Temuco. Por su parte, Villarrica ostenta un reconocido prestigio gracias a su artesanía en madera de Raulí, de color rojizo y que se reeja en cientos de objetos con diseños tanto rústicos como sosticados. En prácticamente todas las zonas turísticas de la región es posible encontrar artesanos
y artistas locales que ofrecen su valioso trabajo, además de una buena conversación.
Son numerosos los museos que resguardan y relatan la historia de La Araucanía. La Arqueología precolombina, la antropología y el legado del pueblo mapuche, son las principales temáticas abordadas por las colecciones existentes. Otras revelan la llegada de los españoles y los vestigios de la colonización con la consecuente influencia y cambios que produjo en los pueblos originarios. Así mismo, se presenta el legado del Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda y de las diversas colonizaciones posteriores a la española, como fue la alemana a partir de la segunda mitad del siglo XIX, o bien la italiana a comienzos del siglo XX.
El Museo regional de la Araucanía, ubicado en el sector del comienzo de la Avenida Alemania de Temuco es el más importante, con cerca de tres mil objetos que conforman las muestras arqueológica, etnográfica, pictórica, fotográfica e histórica, abarcando
desde el siglo XV al XIX. Otro destacado es el Museo Nacional Ferroviario Pablo Neruda, donde se mantienen 14 locomotoras a vapor y varios coches y piezas de alto valor histórico, entre los cuales se encuentran los vagones presidenciales utilizados en Chile entre los siglos XIX y XX.
El padre de Pablo Neruda era conductor ferroviario, creciendo el poeta entre las máquinas a vapor que su progenitor conducía. Estos viajes le permitieron conocer ampliamente La Araucanía y gatillaron su inspiración poética, la que precisamente nació en Temuco. En el centenario de su nacimiento, la ciudad de Temuco inauguró el museo que lleva su nombre. En Angol, se encuentra el Museo Dillman Bullock, que data del año 1975 y que posee valiosas colecciones de urnas funerarias y arqueología mapuche.