Un crucero es la expresión no va más del “todo en uno”. Embarcarse en un crucero, es embarcarse en una aventura placentera. Un gran servicio y un abanico de actividades sin fin, son la fórmula para pasar unos días de lujo.
Pero no sólo eso, podremos elegir entre distintos tipos de camarote, degustar los platos de sus restaurantes, bailar en sus salas y discotecas, cuidarnos con tratamientos de belleza y salud, divertirnos con actividades de deporte, relajarnos en los spa o tomando el sol, bañarnos en la piscina, disfrutar de espectáculos y música en directo, etc.
Además, actualmente los cruceros gozan de una oferta especializada en la que se segmenta a la tipología de cliente según sus intereses y expectativas. Por tanto, podemos encontrar cruceros exclusivos para parejas, para familias, para gays, para singles, para gente de la 3a edad, para jóvenes, etc. Además, se puede escoger entre cruceros fluviales o marítimos, tanto en barcos clásicos como modernos.
Pero lo mejor, además del placer de navegar, son las excursiones que se pueden realizar en los diversos puertos en los que el crucero realiza paradas. Cada parada es descubrir una ciudad y una vez visitada, ¡se renueva la ilusión de embarcar de nuevo en el crucero para seguir navegando!
¿Os imagináis pasear de noche por la cubierta del crucero mientras navegáis hacia vuestro siguiente destino?
Un apunte: es importante dar propina a los trabajadores. La verdad es que su convenio de trabajo tiene unas condiciones muy duras y los contratistas cuentan con que parte de su salario se obtiene gracias a las propinas.