Recorriendo el centro de Europa encontramos un país del que casi no hemos hablado en este blog , Eslovaquia.
Este atractivo pequeño estado cuenta con algunas de las montañas más altas de Europa, parques nacionales, iglesias de madera perdidas en medio de campos, bosques verdes llenos de osos y lobos, evocadores castillos y pequeñas ciudades históricas como Bardejov, nuestra joya medieval de hoy.
Enclaustrada dentro de una imponente muralla, Bardejoy es una pequeña ciudad en el norte de Eslovaquia que cuenta con uno de los cascos antiguos mejor conservados del mundo. El centro casi no ha cambiado en los últimos años por lo que fue inscrito como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000.
La Plaza Principal, de estilo gótico-renacentista, era donde se celebraba la antigua feria medieval y fue testigo de la edad de oro de la ciudad en el s. XV. Hoy en día está rodeada de casas góticas con puntiagudos techos de colores.
La plaza está vigilada bajo la atenta mirada de la Iglesia de San Gil, del s. XV. Si se está en forma y no se tiene claustrofobia se puede intentar subir los 76m de escaleras de caracol hasta el campanario para disfrutar de las vistas de la ciudad y los verdes bosques que la rodean.
En el Ayuntamiento podemos encontrar una pequeña curiosidad histórica: en el siglo XVI el arquitecto no se tomó muy bien las órdenes que recibía sobre cómo debía construir el ayuntamiento; así que puso una pequeña estatua de un chico con su “detrás” al aire, señalando directamente a la silla del alcalde.
Las murallas que defendían la ciudad siguen estando perfectamente conservadas a la espera de un enemigo. Costó 150 años construirlas pero aun hoy en día se puede pasear en ellas e imaginarse disparando ballestas y mosquetones.
Bardejov no se encuentra en las principales rutas turísticas así que el centro no está plagado de turistas. Es por eso que merece la pena alquilar un coche, salirse del camino marcado y visitar este testimonio vivo de épocas pasadas.