No se exagera cuando se dice que Valdivia es una ciudad para enamorarse. Hay historia, naturaleza, ríos, cultura, costumbres, hay pueblo. Son muchos los enigmas y detalles que pueden encontrarse en cada rincón de esta paradisíaca ciudad.
Sin embargo, en general, son sólo algunos los quedan en la retina del visitante. El Fuerte de Niebla y las islas de Mancera y Corral son los más visitados, deduciblemente por poseer los vestigios arquitectónicos más importantes de la zona. Sin embargo, lugares maravillosos y mágicos hay por montones, y es verdad que no cuesta muchos encontrarlos.Y sin duda que el Fundo Teja Norte es uno de esos lugares. Ubicado a tan sólo 10 minutos del centro de la ciudad, esta finca vacacional cautiva a los visitantes apenas se la conoce. Tras atravesar un sendero hermoseado por árboles, animales y vegetación de la zona, se llega repentinamente a un portón de madera, señal de que se está ingresando al recinto. Sus cualidades se logran constatar inmediatamente. El gigante y celeste caudal del río Cau Cau, adorna de fondo un paraje verde que se extiende por ni más ni menos que 230 hectáreas.
A mano derecha, está el sendero por donde se inician los paseos a pie o las cotizadas cabalgatas. A mano izquierda, está toda la infraestructura que da forma a Teja Norte, una granja educativa, un quincho para asados o tomar once, un lugar especial para acampar, una prensa para elaborar chicha, e incluso una habitación especialmente acondicionada para preparar quesos caseros.
Aburrirse, Imposible…
Son todos estos elementos los que tienen orgulloso a Jorge Carocca, administrador de este lugar y quien relata que la idea del Fundo Teja Norte fue traída desde España y de su concepción de turismo rural.
Así, una de las atracciones son las solicitadas cabalgatas y paseos a pie. En estos se disfruta de recorridos bordeados por pequeños bosques nativos –con miles de especies de árboles–, además de flora y fauna características de la selva valdiviana. El tour a caballo, uno de los más apetecidos por los turistas, se extiende por alrededor de una hora y media, donde se recorre casi la totalidad del fundo, las múltiples quebradas y hondonadas existentes, las praderas, y se bordean los ríos Cruces y Cau Cau, para terminar en un mirador donde se tiene el privilegio de observar el lugar donde confluyen ambos cauces.
“Lo más espectacular es cuando vas viendo que cabalgas a orillas de una hondonada de 200 a 300 metros. Si bien algunos se asustan, es muy seguro, ya que los caballos siguen las huellas sin problemas”, relata Carocca.
Esto mismo se puede realizar en carruajes para dos personas, especialmente adaptados para este tipo de recorridos, los que también pueden solicitarse para recorrer Valdivia de punta a cabo.
Para Sentirse Granjero
La vida animal es parte vital de un fundo que se precie de tal. Y como esta no es la excepción, desde el verano recién pasado que Teja Norte cuenta con una completa Granja Educativa, a la cual grandes y chicos pueden asistir para observar, con sus propios ojos, como juegan y viven los animales en el sur.
“La idea es que los niños y los turistas puedan interactuar con las ovejas, con los terneros, las chivas, caballos, los patos, los gansos, las gallinas y los pavos, entre otras especies”, explica el administrador.
En esta verde granja, existe un área de juegos en donde los niños pueden revolcarse en el pasto, atravesar por unos túneles bajo tierra, alimentar a los animales o correr tras de ellos.
También hay animales más exóticos como llamas y alpacas, que han sido amansados para que los niños, en compañía de sus padres, puedan pasear en ellos al interior de la granja.
El Infaltable Asado
Y para los amantes de la carne, antes o después de realizar estas actividades, pueden disfrutar de una suculenta parrillada, habilitada en el quincho del fundo, que tiene capacidad para unas 50 personas.
Es ahí donde el carbón tomará vida y la carne comenzará a dorarse al calor de las brasas. Trabajo que es realizado por un “vaqueano” –trabajador del fundo– quien lo preparará de acuerdo a las recetas sureñas. Sin embargo, el visitante puede participar de su preparación, dar vuelta la carne, echar leña al fuego, por ejemplo, ya que la idea es que “la gente se sienta como si fuera dueña de este fundo”, afirma Carocca.
Con relación a los precios, un asado con atención de un vino, choripanes, carne para repetirse las veces que quiera, tres tipos de ensaladas, pan amasado hecho en casa, cerveza, bebidas, café y postre, cuesta alrededor de 7 mil pesos por persona.