Estando en San Pedro de Atacama no es difícil notar que uno de los máximos paseos que se pueden realizar por el día corresponde a los geisers del Tatio, ubicados 95 kilómetros al norte del poblado atacameño. Es una especie de “deber” ir al lugar, todo el mundo pasa el dato de boca en boca pero aunque a uno se lo cuenten con pelos y señales, ir a este sitio es una experiencia.
Claro que una en la que el sacrificio del participante debe tener una dosis extra ante las exigencias del desierto. Primeramente los viajes guiados salen entre 4 y 5 AM, adicionándosele a eso una ruta dispareja y llena de baches que obligan a una velocidad muy limitada. A eso hay que agregarle una baja temperatura ambiental que congela vidrios y obliga a dosis extras de abrigo. Son prácticamente dos horas de viaje, pero vale absolutamente la pena.
Amanecer entre Geisers
Marcos es el guía de Incahuasi, hostal y operador turístico con el que vamos al Tatio. La noche es cerrada y la pericia de Marcos se hace patente al manejar por un camino oscurísimo, de tierra y en que la integridad de las espaldas de la decena de personas que llenamos la camioneta está en juego.
Las siluetas de las principales cumbres se distinguen sobre la bóveda negra en que se convierte el cielo de la región de Tarapacá. Un lucero deslumbra sobre los demás astros y no se ve nada más. Durante las dos horas en que ascendemos sobre los 4 mil metros de altura, es todo el panorama. Algunos gringos duermen, otros se animan con la música del automóvil, afuera sigue la noche plena.
Cerca de las 7 AM comienza a aclarar y con ello arribamos a la portería de este campo geotérmico. Desde la entrada son visibles las primeras fumarolas. Todo el mundo despierta.
Menos 13 Grados
Al bajar del auto se siente el frío que reina ante la carencia de sol. La madrugada trae consigo -13º Celsius mientras que los geisers tienen aguas que ronda los 60º Celsius. Contrapunto que provoca que las fumarolas que emergen del mini valle en que está el Tatio, emanen grandes cantidades de vapor que le da a todo el paisaje un tinte surrealista.
El viaje consiste en una caminata breve entre medio de los geisers. Cerca de 15 minutos sirven para atestiguar en plenitud la potencia de la naturaleza y el frío. La recomendación es guantes, parka y gorro de lana para poder atestiguar de mejor forma el lugar. Hay una senda lógica para no meter, literalmente, la pata en el agua caliente.
Por descuidos y/o negligencias ha muerto gente quemada en el lugar. Es necesario tener ojo, tanto para cuidarse como para tener preparada la cámara cuando comienza a amanecer. Es el momento en que las luces, el vapor, las montañas y el agua burbujeante en su ebullición se combinan y consiguen dar el efecto de magia que ha hecho al Tatio famoso desde centurias.
Desayuno entre Vizcachas
Lo que caracteriza el tour es la búsqueda de la diferencia. Casi todos los operadores realizan las mismas estrategias, pero Marcos ha creado una nueva. Una vez que todos vuelven a la camioneta avanzamos cerro arriba hasta llegar a un mirador al que le da el sol (adiós frío) y en que los geisers se ven en notable perspectiva.
Es el lugar para tomar desayuno, compartir experiencias y comenzar a conocer el ecosistema de altura en el que estamos inmersos. La primera de las explicaciones del guía nos lleva a mirar las llaretas, especie de cojín verde, duro y aromático que crece entre las rocas. La Azorella compacta estuvo al borde de la extinción por su explotación como recursos calórico en los hogares atacameños, sin embargo ahora ha tenido un nuevo renacer.
Posteriormente nos encaminamos a las cercanías dónde yacen numerosos conglomerados de rocas en curiosas formas. Entre ellas aparecen las vizcachas (Lagidium viscacia) a tomar el sol matinal y calentar sus cuerpos. Es uno de los roedores de mayor tamaño del altiplano y su bello pelaje motivó la cacería de la especie. Hoy vive en mejores condiciones y su confianza permite que lo podamos fotografiar con comodidad.
Termas de Despedida
El tramo final reserva la soledad del lugar sólo para nosotros. La mayoría de los tures se ha marchado rumbo a San Pedro por lo que nos queda tiempo para ver como se extinguen las fumarolas a medida que el día avanza.
No obstante el sector reserva algunas sorpresas más, primeramente pasamos a enormes pozones de agua caliente que tienen diámetros muy grandes y que tienen colores muy vivos en su interior. Luego avanzamos por llanuras dónde familias de vicuñas pastan en tranquilidad, para finalmente llegar a unas piscinas en que la soledad reina y en que el o la valiente que lo desee puede vencer al frío reinante con un baño tibio en medio de las montañas.
Marcos indica que es hora de volver. La ruta que nos separa de San Pedro se saca el velo nocturno y muestra los enormes valles desérticos que conforman el paisaje. Nos marchamos del Tatio, las fumarolas se extinguen hasta el siguiente amanecer cuando nuevamente ojos asombrados asistirán al diario ritual de la naturaleza.