Ubicada en la selva tropical a 50 km al noroeste de Tulum, la ciudad maya de Cobá es un lugar fascinante y poco visitado. El sitio arqueológico, que se halla dispersado entre dos lagos y unido por una serie de calzadas, requiere un mínimo de 2 horas para recorrerlo. El viajero puede adentrarse por caminos en la jungla y contemplar las ruinas así como la flora y la fauna de la zona. Alrededor de Cobá habitan tucanes, garcetas, garzas reales y numerosas mariposas tropicales. Se recomienda ir con loción repelente debido a la abundancia de mosquitos.
El rasgo más diferenciador de este sitio arqueológico no es su semejanza a las grandes ruinas mayas de Yucatán, sino a las ciudades situadas en las tierras bajas de Guatemala y Honduras. La datación de las cerámicas allí halladas, indica que el sitio estuvo habitado desde el año 100 d.C. hasta la llegada de los españoles. Además, la ciudad de Cobá aparece citada en el libro sagrado de los mayas quiché Chilam Balam, una obra profética escrita en el siglo XVIII a partir de fuentes originales más antiguas. Cobá alcanzó su esplendor hasta aproximadamente el año 800 d.C. Casi todas las grandes pirámides fueron construidas en este período, entre ellas la enorme Nocoh Mul, la más alta de Yucatán y similar en su larga escalinata, estrecha y escarpada a las Tikal en Guatemala. La influencia y prosperidad de esta ciudad fue alcanzada debido a sus estrechas relaciones con las grandes ciudades de la región de Petén, al sur, tal como lo atestiguan numerosas estelas asociadas con sitios de Petén y el estilo aplicado en la construcción de los edificios y la cerámica. Hacia el año 1000 d.C, Cobá experimentó un breve declive, pero tal tendencia se invirtió hacia 1200 con la aparición de un nuevo edificio que supuso la construcción del templo que corona la pirámide Nocoh Mul.
La aldea de Cobá, donde se detiene el autobús que pasa por allí, es poco más que una serie de chozas a unos pocos metros de la entrada al sitio arqueológico. Hay algún hotel y establecimientos con habitaciones y restaurantes. Aparte de estos lugares, quedan pocas opciones más que beber y comer algo en las casetas a la entrada del yacimiento arqueológico.
El viajero debe evitar bañarse en las aguas del lago, ya que están infestadas de cocodrilos.