El extremo norte de Chile tiene una joya que poco a poco se ha ido sacando el polvo del olvido y de gestiones económicas poco favorables. Las 170 mil almas que habitan la histórica ciudad corresponden a un amasijo de culturas y nacionalidades que le otorga una distinción particular entre otras ciudades del país.
Puede ser debido a que sea el más norteño de nuestros pueblos o también por ser la última zona anexada luego de la Guerra del Pacífico. Pero lo cierto es que posee una serie de características que la hacen única como su magnífico clima, su cercanía fronteriza con Perú y Bolivia, sus hermosos valles interiores, sus tranquilas playas y una herencia arqueológica antiquísima.
Caminando por el Centro
Dicen que en el centro es posible ver como es una ciudad verdaderamente. Caminar por la 21 de Mayo, la principal calle peatonal ariqueña, es un espectáculo por el colorido de sus gentes: turistas europeos se mezclan con los tintes morenos de la mayor parte de los habitantes. El comercio copa las vitrinas, pero tras sólo un par de cuadras aparecen los restaurantes que por módicos precios tientan a los visitantes para disfrutar el almuerzo sentado en el boulevard.
Conviene meterse por las calles que cruzan la 21 de Mayo. Hacia el lado norte de la ciudad te toparás con la 18 de Septiembre en donde el comercio se diversifica y llena de colores con mini centros comerciales, una especie de mercados persas más evolucionados. O si prefieres, puedes caminar hacia el lado de la costa hasta toparse con la callejuela Bolognesi en donde hay múltiples artesanos ofreciendo sus productos y una seguidilla de bares con onda.
Pero la mayor parte de los atractivos céntricos se basan en el inicio de la peatonal, lugar en que se encuentra la mayor parte de los edificios patrimoniales de Arica.
El edificio de la Aduana, Monumento Nacional, fue inaugurado en el año1874 y fue producto de la fábrica Eiffel, del francés hechor de la torre parisina. En su interior hay muestras artísticas ya que esta vieja edificación se ha convertido en un pujante centro cultural. También es posible subir la escalera de caracol hacia el segundo piso y observar por sus ventanas las magníficas palmeras que hay en las afueras y los montones de pájaros cormoranes que han hecho de ellas sus moradas.
A un costado de la Aduana se encuentra la vieja estación de trenes de Arica- La Paz, inaugurada en 1913 y que fue construida para asegurar los lazos comerciales con Bolivia luego de la guerra.
Dos cuadras más hacia el sur está emplazado en una especie de terraza la iglesia de San Marcos. De un estilo gótico, es otra de las producciones de la compañía Eiffel y fue construida en el año 1876. Desde aquí es posible visualizar una formidable vista del máximo icono de la ciudad: El Morro.
El Histórico Morro
Para nadie es un misterio el significado del Morro para la historia nacional. Pero más allá de los triunfalismos o nacionalismos exacerbados, es importante destacarlo como una de los emblemas de Arica. Desde su cumbre, a la cual se puede acceder caminando desde las cercanías de la iglesia de San Marcos vía Colón o en automóvil por Sotomayor, se obtiene una impactante visión oceánica y de la ciudad. Para todos los sitios en que se mire el paisaje asombra. Tanto como el majestuoso Cristo de la Paz, estatua gigantesca que corona el cerro y que transmite los nuevos tiempos que transcurrieron en la zona luego de la tormentosa Guerra del Pacífico.
Recuerdos de batalla también hay y es posible visitarlos en el Museo de Armas en que se refieren con lujo de detalles a la campaña de Arica y en cuyas vitrinas hay una serie de utensilios de guerra como antiguos cañones y bayonetas, uniformes y diarios de la época. Acá es donde se siente una mezcla de sentimientos por los caídos de ambos bandos. Muchísimo respeto por quienes dieron su vida defendiendo antiguos ideales y una especie de súplica por un nunca más.
Playas de Excepción
Seguramente la subida al Morro y su fenomenal vista del océano te dejarán con ganas de un buen chapuzón en el mar. Momento ideal para caminar entonces por la costanera sur que, junto a una excelente ciclovía, casi besa las aguas del Pacífico.
La ex Isla Alacrán, “ex” porque está unida al continente por una angosta franja de tierra, es lo primero que se ve. Aunque no tiene sitios habilitados para nadar, es un buen mirador de las aves costeras que se juntan en el sector por miles.
Posteriormente se ubica la playa El Laucho, que con hermosas casonas cercándola, es una de las favoritas de los locales y que, aparte, ha sido completamente remodelada.
Más allá está el balneario La Lisera, una poza natural de aguas calmas y bastantes visitantes, que junto a las palmeras que la rodean, le dan un aire tropical. Así como también es posible encontrar “lisas”, peces que le dan el nombre a la playa.
Finalizando, en la zona sur se encuentra la playa Brava, que con sus potentes olas y roqueríos es la mas solitaria del sector y es ideal para baños de sol y ver las puestas del astro rey.
El sector norte de Arica cuenta con la afamada playa Chinchorro. Esta es la más completa de todos los anteriores balnearios ya que cuenta con varios edificios costeros, restaurantes, discoteques y un muelle. Aparte es apta para los deportes náuticos o para una larga caminata por sus arenas y es una de las más concurridas durante los veranos.
Cierra el recorrido playero Las Machas y en que su mayor particularidad es observar el hito geográfico denominado “codo de Sudamérica” lugar donde el continente se dobla hacia el oeste. En esta playa es donde se encuentra la mayor parte de los campings.
Una Ciudad y Tres Países
La mezcla de las influencias de Perú y Bolivia son notorias en el avisaje publicitario, en los tonos de voz y en la mezcla de comidas que hay en los restaurantes. Por mucho tiempo Arica ha vivido influenciada por las características de las ciudades vecinas y de sus antiguos habitantes también.
Pero, a diferencia de los resquemores que producen en el resto de los chilenos, acá no hay problemas de nacionalidades. Mucho más cosmopolita y en la ruta de los grandes hitos de la zona como Cuzco y el Titicaca, los turistas europeos y norteamericanos aumentan cada día más.
Eso hace de Arica un lugar con encantos propios y una de las ciudades más integradas a la América Morena, a la que, generalmente, nos negamos a integrar y aceptar como parte de nuestra herencia.
Arica es una ciudad que florece y que va agarrando un vuelo propio, llena de secretos y bien dispuesta a quien remonte el desierto y visite la tierra de la eterna primavera.